La inteligencia artificial (IA) se ha vuelto omnipresente, pero la historia detrás de sus avances más profundos rara vez se cuenta. Esta no es una crónica sobre algoritmos, sino sobre una misión que sus creadores comparan con “la aparición de la electricidad o del fuego”.

DeepMind no es solo una empresa, es un laboratorio de ideas que persigue la Inteligencia Artificial General (AGI), una fuerza que promete dividir la historia humana en un antes y un después. A continuación, revelaremos cinco revelaciones de su viaje que no sólo redefinen la IA, sino que nos obligan a confrontar la próxima evolución de la ciencia misma.
Este artículo está basado en el documental “The Thinking Game” en español: la historia completa de Demis Hassabis y DeepMind, desde su obsesión infantil por los juegos hasta la construcción de sistemas de IA que ya están cambiando la ciencia. El documental recorre su etapa como niño prodigio del ajedrez, diseñador de videojuegos, investigador en neurociencia y, finalmente, fundador de DeepMind con la idea explícita de crear inteligencia artificial general (AGI).

El Sueño “Vergonzoso”: La Misión Original de DeepMind No Era Popular, Era Radical
Desde su fundación, el objetivo de DeepMind no era crear IA para tareas específicas, sino construir la Inteligencia Artificial General (AGI). Hoy es un término de moda, pero en sus inicios, esta ambición era un tabú. En los círculos académicos, hablar de AGI era “casi vergonzoso” y te etiquetaba como un “científico no serio”.
Pero este sueño radical no era una fantasía; estaba anclado en un principio científico fundamental. Los fundadores buscaron explícitamente “aplicar ideas de la neurociencia teórica”, razonando que el cerebro humano es la única prueba existente en el universo de que la inteligencia general es posible. Su apuesta, por tanto, no era por la magia, sino por la biología como modelo.
Esta visión requería una mentalidad de alto riesgo. Sin un producto inmediato, era una apuesta a muy largo plazo que desafiaba el consenso científico y financiero. Sin embargo, esta negativa a conformarse es lo que define a la innovación disruptiva. Fue precisamente esta ambición, considerada herética, la que les permitió abordar problemas que otros ni siquiera se atrevían a imaginar.
“shane y yo sabíamos que ningún académico apoyaría lo que estábamos haciendo era casi vergonzoso hablar de IA en círculos académicos si decías que trabajabas en IA entonces no eras un científico serio” –Demis Hassabis.

La Inversión del “Billete de Lotería”: No Buscaban Dinero, Buscaban Creyentes
La misión de construir una AGI chocó frontalmente con la mentalidad del capital de riesgo. Los inversores promedio veían la idea como “casi como comprar un billete de lotería” y hacían preguntas predecibles que revelaban su incomprensión: “¿Pero ¿cómo planeas ganar dinero ¿cuál es tu producto?”.
Este choque de visiones obligó a los fundadores a buscar un tipo diferente de inversor. No querían a alguien que tomara una decisión puramente financiera, sino a “creyentes”: aquellos que apoyaran la misión porque les parecía “algo increíble”. Necesitaban socios que comprendieran que el retorno de la inversión no se mediría en trimestres, sino en el impacto sobre la civilización.
Encontraron a su primer creyente en Peter Thiel, un inversor cuya filosofía de dudar sistemáticamente del consenso encajaba a la perfección con el espíritu de DeepMind. Este enfoque en la misión por encima del beneficio sentó las bases de una cultura de investigación a largo plazo, aislada de las presiones comerciales y enfocada exclusivamente en resolver los problemas más difíciles de la ciencia.
El Alumno Supera al Maestro: La IA que Aprendió Sola y se Convirtió en la Mejor de la Historia
El famoso AlphaGo, que derrotó al campeón mundial de Go, aprendió analizando 100.000 partidas de jugadores humanos. Era una proeza de imitación. Su sucesor, AlphaZero, representó un salto conceptual mucho más profundo y elegante.

AlphaZero comenzó sin ningún conocimiento humano (“cero conocimiento humano”). Aprendió ajedrez y Go jugando millones de partidas contra sí mismo, convirtiéndose en su propio maestro y descubriendo principios estratégicos desde cero. La velocidad de su autoaprendizaje fue asombrosa: en un solo día, pasó de la ignorancia total a la supremacía absoluta.
El resultado demuestra que la IA puede generar conocimiento genuinamente nuevo. No solo replicó la sabiduría humana acumulada durante siglos; la superó, revelando que nuestras mejores estrategias no eran el final del camino, sino apenas el comienzo. La IA pasó de ser una alumna de la humanidad a convertirse en una fuente de conocimiento original.
“Alpha Go solía necesitar unos meses para entrenarse pero Alfa podía comenzar en la mañana jugando completamente al azar y luego para la merienda estar a nivel sobrehumano y para la cena ser la entidad de ajedrez más fuerte que jamás haya existido” –Demis Hassabis.
Más Allá del Juego: El Verdadero Objetivo Nunca Fue Ganar en Go, Sino Curar Enfermedades
Las victorias mediáticas en Go y Starcraft nunca fueron el objetivo final. Para DeepMind, los juegos siempre fueron el “banco de pruebas perfecto” para forjar algoritmos de aprendizaje en un entorno controlado. La verdadera meta era desplegar esa inteligencia en los caóticos y complejos desafíos del mundo real.
Esta transición culminó al abordar el problema del plegamiento de proteínas, un enigma biológico sin resolver desde la década de 1960. Para el cofundador Demis Hassabis, esto no era un objetivo nuevo, sino la culminación de una obsesión personal que se remonta a sus días en Cambridge. Su motivación nació en una experiencia aún más temprana: durante un torneo de ajedrez a los 12 años, miró a los cientos de mentes brillantes en la sala y se preguntó: “¿es esta la mejor forma de usar nuestro cerebro?”. Sintió por instinto que si todo ese poder intelectual pudiera conectarse, podría hallar la cura del cáncer.
AlphaFold, la IA que finalmente resolvió el problema del plegamiento, fue la encarnación de esa búsqueda de toda una vida. Su éxito, de “relevancia médica increíble”, tiene el potencial de acelerar el descubrimiento de fármacos y ayudar a curar enfermedades como el Alzheimer, cumpliendo así la misión original de usar la inteligencia, ya sea humana o artificial, para los mayores desafíos de la humanidad.
El Regalo a la Humanidad: Resolvieron un Problema de 50 Años y Regalaron la Solución al Mundo
Tras el éxito histórico de AlphaFold, la pregunta era qué hacer con él. En el mundo tecnológico, un descubrimiento de esta magnitud se patenta y se monetiza. DeepMind eligió un camino radicalmente distinto, impulsado por una simple pero poderosa conversación interna: en lugar de crear un servicio donde los científicos enviaran proteínas una por una, ¿por qué no “plegarlas todas y darle esa información al mundo?”.

Y eso hicieron. Liberaron las estructuras de 200 millones de proteínas, poniéndolas a disposición de cualquier científico del planeta, de forma gratuita. Este acto de apertura radical fue descrito por la comunidad científica como un “regalo para toda la humanidad”.
Esta decisión revela la filosofía central de la compañía: la IA no es un producto, sino una herramienta para acelerar el progreso científico para todos. No se trataba de construir un monopolio del conocimiento, sino de crear una plataforma sobre la cual toda la biología y la química futuras pudieran avanzar más rápido.
“esto es un regalo para toda la humanidad” -Demis Hassabis.
La Próxima Frontera
La historia de DeepMind no es sobre código, sino sobre la escala de la ambición humana. Es un testimonio de la perseverancia frente al escepticismo y del potencial de la tecnología para resolver nuestros problemas más antiguos. Su viaje, desde un sueño “vergonzoso” hasta entregar a la humanidad una de las claves de la biología, demuestra que se está construyendo una fuerza tan fundamental como la electricidad o el fuego. La IA ya está reinventando la ciencia. ¿Estamos listos para la forma en que reinventará lo que significa ser humano?
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Fuente: The Thinking Game










