La mitad de las personas que en el segundo trimestre del año tuvieron trabajo percibieron por su ocupación principal un monto mensual de hasta $27.000, mientras que el ingreso promedio de los ocupados fue de $31.868. Los datos están consignados en el informe sobre distribución del ingreso del Indec y surgen de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
La estadística muestra también que el ingreso total de fuente laboral obtenido por la población aumentó nominalmente apenas un 15% en relación con el segundo trimestre de 2019, es decir, muy por debajo de la inflación, con una caída de casi 20% en términos reales. Ese es uno de los datos que permite anticipar un fuerte incremento de los niveles de pobreza e indigencia. Y a eso se suma que, según se desprende del informe difundido por el organismo oficial de estadística, se amplió la desigualdad social por ingresos.
Las cifras mencionadas muestran algunos de los efectos que tuvo sobre el ingreso de los hogares el fuertedeterioro del mercado laboral. De hecho, surgen del mismo relevamiento oficial que mostró que entre abril y junio -el período en el que se vivió de forma más estricta la cuarentena decretada por el Gobierno-, la cantidad de ocupados cayó fuertemente: hubo 2.527.000 menos que en igual período de 2019 solo si se consideran los 31 centros urbanos en los que se realiza la encuesta, en tanto que la cifra se eleva a casi 4 millones si se extrapolan los índices a la población total de la Argentina.
La distribución de los ingresos de los ocupados indica que en el segundo trimestre de este año el 40% peor posicionado se quedó con el 15% de la torta y el 20% de mayores recursos, con el 44,5%. En el primer grupo es donde más golpeó la caída del número de ocupaciones laborales; según la EPH, de hecho, bajó de manera pronunciada la tasa de asalariados sin aportes (se ubicó en el 23,8%) y, lejos de haber ocurrido eso por una mayor formalización de la economía, se explica en realidad por el número de puestos caídos en el segmento no registrado, caracterizado por ser el de ingresos más bajos y tener alta fragilidad.
Si se mira el dato del ingreso per cápita familiar, es decir cuánto dinero llega a cada hogar por cada uno de sus integrantes más allá de cuál sea la fuente de los recursos, se observa que en el segundo trimestre de este año la mitad de las personas recibió hasta $11.667 mensuales, mientras que el promedio general fue de $16.174. Las cifras desagregadas muestran que el 40% ubicado más abajo en la escala de ingresos recibió $5509 por mes per cápita, en promedio, en tanto que en la franja media, otro 40% percibió $14.698, y el 20% mejor ubicado, $40.460 mensuales. La diferencia de esos montos con los obtenidos por esos grupos un año atrás resulta menor cuanto más bajo es el ingreso, otro dato que refleja el empeoramiento de la situación social: en el caso del 40% con ingresos mas bajos hubo una suba nominal de solo 14,5%; para el segmento medio el aumento fue de 18,5% y en el de mayores recursos, de 24,2%. En todos los casos esas variaciones de los valores promedio implican pérdida de poder adquisitivo.
La brecha entre el ingreso promedio en el decil más alto ($54.178) respecto del más bajo ($2147) es de 25,2 veces. El año pasado esa diferencia fue de 20,4 veces.
En este caso, el de los ingresos laborales y no laborales per cápita de toda la población, se observa un agravamiento de la desigualdad. Mientras que en 2019 el 40% menos favorecido se quedaba con el 14,5% de la torta, este año recibió el 13,6%. Y el 20% mejor posicionado por niveles de ingresos pasó de una participación de 48,6% a una de 50,1%. Eso muestra la falta de ingresos laborales en muchos hogares y/o la sustitución por ayudas estatales, que no llegan a compensar las pérdidas.