Dicen quienes mucho han vivido y alcanzaron la sabiduría que solo mueren aquellos que quedan en el olvido y que por el contrario quienes se mantienen en el recuerdo permanente de amigos, familiares y seguidores, están llamados a convertirse en leyenda.

Y así parece que ha ocurrido con nuestro querido compañero, Rubén Darío Vega. “Macayita” como lo apodaron sus oyentes de la radio, cuando comenzaba a hacer sus primeas armas  comentando los partidos de fútbol.

El fenómeno de esa  inmortalidad se puso en marcha este lunes 3 de Abril, cuando seguramente luego de ofrecer batalla a su enfermedad, decidió cortar el piolín que lo mantenía ligado a  nosotros  y trascender mucho más allá.

La noticia se multiplicó rápidamente y cruzó de club en club, de periodista en periodista, de amigos a amigos, que por cientos poseía el estimado Rubén..

Su popularidad, que era enorme,, nunca fue motivo de vanidad para Rubén, que en rigor solo tenía como meta cotidiana, ser la herramienta de difusión de cuanta disciplina deportiva apareciera. Esa era un poco la misión que se había impuesto.

Con la humildad que caracterizó su vida, hizo de la radio su pasión, desde el mismo inicio de FM Bahía Engaño, allá por fines de los ’80.. Abriendo la emisora por la mañana, comenzando la transmisión. O bien cerrando la programación a la medianoche acompañando al operador de turno. Fue productor de todos los programas: periodísticos, musicales o donde hiciera falta una mano.

En rigor esperaba su gran oportunidad en una materia que siempre lo deslumbro: el periodismo deportivo. Y esa espera dio sus frutos. Tuvo su gran oportunidad en el micrófono, con la responsabilidad de conducir un espacio propio donde difundió desde el futbol barrial, los  veteranos, como las expresiones mayores del fútbol liguista, a lo que sumó toda expresión de deporte que la capital del Chubut y ciudades vecinas desarrollaban.

Rubén desde joven supo de dificultades, pero también supo de perseverancia, amor propio y compromiso. Y eso lo trasladó a su trabajo con los deportistas y el respeto a su audiencia.

Por eso jamás dudo en cruzar a pie, de una punta a la otra toda la ciudad, cualquiera fuera la hora e incluso sin temor a las inclemencias del tiempo, fuera invierno o verano.

Y si había que salir de Rawson, no dudaba en pararse al costado de la ruta y hacer dedo, porque tenia la certeza que iba a pasar algún amigo que lo recogería y lo ayudaría a llegar a su destino.

Demás esta decir que el respeto y la admiración, tanto de sus colegas, como de los deportistas y los medios periodísticos fueron una lógica consecuencia a tanto empeño y compromiso. Es que hay personas que saben hacer de sus debilidades, sus propias fortalezas. Y “Macayita” sabia muy bien manejar eso.

Su vocación, su generosidad compartiendo informaciones, le fue abriendo las puertas en otros medios radiales. Y así supo llegar con su crónica a distintas ciudades.

“Este no es un programa de fútbol, es un programa deportivo”, supo sentenciar alguna vez a sus compañeros que ponían el acento en el balón pie, mientras el quería difundir todas las actividades, Y asi lo demostraba a diario. También la cuestión de género lo tuvo como protagonista ya que le brindo su respaldo sin especulaciones al nacimiento del fútbol femenino y alentó su crecimiento con su generoso corazón.

Y vivió con silenciosa admiración poder compartir transmisiones desde distintos puntos de Chubut y el país,  con su sobrino Silvio Martín en los relatos y con Juancito su otro sobrino, encargado de la técnica.

Y así como Rubén no dudo en hacer campañas radiales de 24 horas para recaudar fondos para mejorar las instalaciones de algún club de la ciudad, tampoco le aflojó a compartir una transmisión ininterrumpida para ayudar a los vecinos  a superar  el aislamiento que la lluvia había provocado en la ciudad y sus barrios.

Esa solidaridad que era otro de sus valores, volvió hacia él, como enorme cosecha, hace cinco años cuando la salud le jugo una mala pasada. En ese momento era necesario, trasladarlo a Buenos Aires para su tratamiento. Fue un momento mágico donde amigos, deportistas, vecinos, medios periodísticos, en suma una enorme franja de la sociedad unió, oraciones, voluntades y colaboraciones pidiendo por su recuperación y ayudando a concretar el viaje y el tratamiento.

Y el milagro ocurrió, pues Rubén regresó recuperado y dispuesto, una vez más, a seguir peleando en esta vida y hacerle también frente a su enfermedad. No estuvo solo, sus hermanos, sus sobrinos, sus amigos, todos aportaron cariño, mimos, atenciones y lo acompañaron hora tras hora, minuto a minuto.

Amor no le faltó, porque esa también fue otra de sus aristas positivas: saber hacerse querer. Eso le permitió volver al ruedo del periodismo, con el paso de los meses. Y pudo volver a recorrer las canchas y sentir en la piel la euforia y la pasión que enciende y acompaña a la competencia. Volvieron las transmisiones, el programa diario, rodeado de amigos que se mantuvieron atentos a su día a día.

Vivió junto a su pasión, hasta los últimos minutos, rodeado de sus auriculares para escuchar la radio, sus cuadernos con anotaciones que él solo sabia descifrar, pero que eran una verdadera biblia del deporte local.

Se fue rodeado de manos que apretaron la suya en esos últimos instante donde con la perseverancia de siempre le hizo frente al dolor.

Rubén Darío, “Macayita” como lo apodaron los amigos, nos ha dejado el gran legado de la perseverancia, de no ceder ante las adversidades, ni darse jamás por vencido, aún vencido Nos supo alentar a todos y estuvo pendiente de cada uno, velando porque todo fuera mejor.

Ese cariño y amor incondicional que supiste transmitir en tu vida Rubencito,  nos permite asegurar que serán muchos los que hoy perciban y agradezcan el honor de haber coincidido en esta vida contigo. Estarás en nuestros corazones para siempre. Abrazo de gol, “Campeón” de la vida