Cada 7 de noviembre al recibir el saludo por el día del periodista deportivo, Rubén Darío Vega tenía la costumbre de esquivar el elogio a su persona y cambiarlo por el reconocimiento a los grandes profesionales que tuvo y tiene el deporte en nuestra zona.

Así evocaba a cada uno y era su humilde manera de agradecerles a todos, haberlo ayudado a alcanzar el destacado sitio que logró en esta actividad comunicacional.

Quizá en su corazón noble, no alcanzaba a dimensionar el lugar que se había ganado, por mérito y derecho propio, con amor y porfía, para llegar a la cancha mas lejana, a cubrir la competencia que fuera, por insignificante que pareciera.

Allá iba él, desafiando a sus propias limitaciones físicas, no importaba, corazón no le faltaba para intentarlo.

Debe haber atesorado entre sus cuadernos más números telefónicos que la guía que nos supo dar ENTEL cuando los teléfonos eran todavía del estado.

El micrófono y la luz roja que te anuncia en el aire, transformaban su vida y le abría el alma a un show y una euforia que daba rienda suelta y vuelo a su alegría de comunicarse y hablar de esa pasión que era el mundo del deporte para él.

Si hoy estuviera entre nosotros, seguramente viviría con felicidad el primer año en el futbol profesional de Germinal, la llegada de Defensores de la Ribera al Regional, el crecimiento del Deportivo Roca y alentaría a los muchachos de Defensores del Parque frente a la mala leche de los amigos de lo ajeno. Seguiría apoyando al fútbol femenino y su crecimiento. Ni que decir la ansiedad de ver construido el segundo gimnasio de la ciudad y el estadio que la Fifa y la AFA financiarán en Rawson, soñando con ver a la Selección Nacional acá en la capital chubutense. Y sería el primero en fotografiarse con la Copa del Mundo que ganaron Messi y todos los muchachos de la albiceleste. .

Por supuesto que estaría con el corazón en la boca viviendo la actualidad de su querido Colón de Santa Fé y ayer lunes lo habría condenado al aire a Almirón y sus inexplicables cambios en la final de la Libertadores.

Hoy nos vamos a reencontrar con él. Con su esencia de tipo sano, sensible hasta las lagrimas. Así lo reflejarán esas fotografías que dispararán miles de recuerdos y anécdotas.

También estoy seguro que detrás de las lágrimas que seguramente se escapen, aparecerá de inmediato una sonrisa sanadora recordándonos que Rubén era el Caballero del Optimismo. Que jamás se detuvo ante adversidades -que las tuvo-. Supo buscarle la vuelta y nos demostró a todos que era posible. Que había que tener coraje y meterle para adelante. El que siempre parecía tan frágil, resulto ser de hierro.

Macayita; Rubinho; Rúben -todos los apodos que se ganó- nos reúnen esta mañana en el cine teatro municipal con la consigna de decir de forma unánime “Un placer coincidir contigo en esta vida”

Fue un gran privilegio Rubén. Nos dejaste, a todos, un tesoro invalorable en el corazón de cada uno.  Tu sonrisa y ese gesto optimista ilumina el estudio de la radio y en cada transmisión o espectáculo que hay, ahí siempre aparece tu recuerdo siempre vigente.