No hay edad para aprender: Elen sólo necesitó su computadora y una aplicación para dominar el idioma inglés
Curiosa, trabajadora e incansable: así es Elen, una porteña de 96 años que escuchó hablar de una app para aprender idiomas y que decidió probarla. Cuatro años después, sigue siendo una usuaria diaria, domina el idioma y hasta organiza encuentros de conversación con angloparlantes, todo sin salir de su casa.
“Mi abuela es muy especial, es alguien a la que no podés frenar cuando se interesa por alguien y quiere aprender”, le contó a LA NACION Micaela, una de sus siete nietas. Fue ella quien, hace cuatro años, la visitó con una tablet que llamó la atención de Elen, quien se la pidió prestada. Nunca más se la devolvió.
Mientras aprendía a usar el nuevo aparato, una kinesióloga le comentó a la mujer que estaba aprendiendo alemán mediante una aplicación, Duolingo, la app creada por el guatemalteco Luis von Ahn. En ese momento, de nuevo, Elen sintió curiosidad y cuando terminó su sesión de masajes, decidió buscar la app y experimentar por sí misma cómo era el método.
Micaela no sabe por qué su abuela eligió el inglés, pero sí que se tomó muy en serio su nueva tarea, tomando meticulosamente apuntes a diario de cada lección: “Tiene decenas de cuadernos con notas manuscritas desde que comenzó con la aplicación, es realmente impresionante. Todo muy prolijo y ordenado”.
Elen pasó luego a una computadora, donde comenzó a sumar a sus clases en la app encuentros por videollamada con otras personas para dialogar en inglés. “Uno cree que lo que se puede aprender en línea es muy poco comparado con una clase tradicional pero yo la escuché charlar con otras personas y me impresionó. Mi abuela no deja de sorprenderme”.
Y es que Elen siempre consiguió todo lo que quiso con tenacidad y esfuerzo: “Toda su vida trabajó en una marroquinería, mientras que en paralelo era la ama de casa perfecta. Y cuando cumplió 60 decidió que quería manejar, inspirada por su hermana, y se compró su primer auto incluso antes de aprender a conducir. Así es su fuerza de voluntad: “
“En medio de la pandemia la computadora se volvió una gran motivación diaria. Yo chateo a diario con ella y sé que hace muchas cosas en línea, como videoconferencias y llamados. Y ahora me resulta divertido que, cuando hablamos por teléfono, me dice que me tiene que dejar porque le toca su clase de Duolingo”, concluyó Mica.
Fuente: LA NACION